Por Hernán Díaz Varela *
Para entrar en tema: el pasado 10 de octubre se llevaron a
cabo en toda la provincia del Chubut las elecciones del gremio docente, ATECh.
Se presentaron dos listas, la Verde,
oficialista y alineada con el gobierno de turno y la Lila, cuyo bastión es
Comodoro Rivadavia pero que ha tenido un crecimiento significativo en toda la
provincia. El resultado de las elecciones aún es incierto ya que la Junta
Electoral, luego del escrutinio definitivo y al momento de definir
impugnaciones y contabilizar los votos observados, no sólo violó los acuerdos y
reglas electorales preestablecidas sino que convalidó el fraude electoral a
favor de la lista Verde, en un extensísimo dictamen que intenta en vano
explicar que los cerezos florecen en invierno.
Con respecto a los hechos que la Junta Electoral y el señor
Goodman -todavía secretario general del gremio- calificaron de “irregularidades
que ocurren en cualquier comicio”, permítanme enmendar el término: falsificar
firmas de votantes y adulterar actas de escrutinio no son actos electorales
irregulares ni meros errores de procedimiento, sino delitos penales que se
cometen para consumar otro más complejo -estafa electoral-, con el fin de ganar
en los papeles lo que se perdió en las urnas. Y específicamente en dos mesas de
la Regional Oeste, en las urnas de Gualjaina y Paso del Sapo, sucedió esto.
Está fehacientemente comprobado y espero que los fiscales ante quiénes se
presentaron estos casos los investiguen, y el sistema judicial dé respuesta
satisfactoria y suficiente a los ciudadanos ofendidos.
Curiosamente, el termocéfalo y habitualmente verborrágico
Tomás Montenegro Ocampo y su ladero Martín Pena, secretarios generales saliente
y entrante, respectivamente, de la Regional Oeste, están guardados como Butch
Cassidy y Sundance Kid luego de alguna correría. Ante la gravedad de los
sucesos ocurridos durante el acto eleccionario en el que ambos –me refiero a
Montenegro Ocampo y Pena- fueron figuras estelares, este estrepitoso silencio
llama mucho la atención. Ambos deben ponerse al frente de la investigación y
procurar el esclarecimiento de estos hechos, dar explicaciones pertinentes y
verosímiles. Si no, se consolidará el estado de sospecha que ya está afectando
la legitimidad de estos callados gremialistas. Con los dirigentes a la cabeza o
con la cabeza de los dirigentes: no hay tercera vía en este escenario.
“La Junta Electoral ya se pronunció y dio como ganadora a la
Verde” no alcanza para explicar Gualjaina ni Paso del Sapo. Legal no es
legítimo sobre todo cuando, como en este caso, se desconocieron las elementales
reglas del proceso electoral.
Por supuesto, la situación tiene una relevante faceta
política. La relación entre sindicato y patronal –y más aún si la patronal es
el Estado- es una práctica política, con tensiones y pujas, con acuerdos y
obligaciones recíprocas.
La primera convocatoria al diálogo de Guillermo Firmenich,
ministro de Educación entrante –Zaffaroni es historia- marcó la cancha y legitimó
interlocutores. Más allá de encuadrar la eventual solución al conflicto de
larga data en la región sur en el marco de las paritarias, Firmenich conversó
mano a mano y públicamente con Carlos Magno, referente principal de la lista
Lila de Comodoro y verdadero ganador –tanto en términos políticos como
numéricos- de la elección del 10 de octubre. Este gesto está en línea con la
oferta que realizara directamente el propio gobernador Martín Buzzi de
incrementar el adicional por zona para la región sur, anuncio que provocó un
despechado comunicado de Goodman y la conducción sindical provincial, señalando
que esa decisión era “discriminatoria” y que cualquier discusión en ese sentido
debía ventilarse en paritarias.
¿Ahora piden paritarias para resolver la situación de los
maestros del sur, después de haber tratado de “chiquilines” a los compañeros de
Comodoro y habiendo sido los primeros que salieron a criticarlos montando una
campaña de descrédito y comportándose como una majada de carneros? Dolidos como
cónyuge abandonado, desconocidos en los hechos como interlocutores válidos del
gobierno, vencidos en las urnas y salpicados por el fraude electoral, los
“verdes” intentan desesperados mantenerse en la conducción a cualquier precio,
aterrados ante la posibilidad de perder sus privilegios.
Entiendo sus temores: si se hiciera justicia real y se
proclamara el resultado de las urnas y no el amañado en la Junta Electoral de
amigos, los “verdes” tendrían que volver a laburar en los colegios, cumplir
horarios, dar clases, bancarse a pibes, padres, directivos y experimentar en
carne propia el tan cacareado estado de gracia laboral que supuestamente han
conseguido para los docentes tras varios, muchos –demasiados- años en la cúpula
sindical.
Y siguen sin dar explicaciones sobre el fraude. Y cuanto más
hablan, menos se les cree, quizás por aquello que decía William Faulkner: “una
victoria demasiado explicada se parece mucho a una derrota”.
- DNI 17.536.512
Nota relacionada: Opinión: “Las elecciones de Atech: vergonzoso fraude de la Lista Verde”
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