Fuente: Diario de Río Negro
Como una "zona de sacrificio que sólo dejará
contaminación". Así, la socióloga Maristella Svampa define la zona rural
de Allen donde avanza la actividad hidrocarburífera. La intelectual regresó a
su ciudad y expuso antes los concejales su investigación sobre el método
extractivo fracking (fracturación hidráulica).
Diego Von Sprecher dievon@rionegro.com.ar
— Usted dijo en el Concejo Deliberante de Allen que jamás
imaginó que tendría que venir a su ciudad para hablar del fracking…
— Es cierto. Hace varios años que estoy trabajando temas
ligados a la expansión de la frontera extractiva, tanto en Argentina como en
América Latina. Es algo que me viene preocupando y es objeto de mi reflexión,
sobre todo a partir de la expansión de la megaminería. Hace dos años advertí
que había una nueva vuelta de tuerca del extractivismo, que tenía que ver con
la explotación de los hidrocarburos no convencionales precisamente acá, en la
cuenca del Neuquén, pero que involucraba al Alto Valle de Río Negro y de manera
especial a Allen. Y lo supe de alguna manera por la vía familiar, porque un
primo mío le alquiló la chacra de mi abuelo a Apache. Yo nunca hubiese pensado
que en una zona con una matriz productiva tan fuerte, en la que hay una
economía regional casi centenaria basada en la producción de peras y manzanas,
empezaran a proliferar las torres para extraer el gas y que, además, el
gobierno apoyara firmemente una actividad que no sólo compite con la economía
regional sino que, como modelo de ocupación territorial, avanza y tiende a
desplazarla.
— ¿Y qué le genera esta situación?
— Genera mucha impotencia ver cómo en Argentina se avanza de
manera ciega y descontrolada, sin abrir la discusión, ignorando todos los
informes que hay, que son altamente negativos respecto de lo que ha sucedido en
Estados Unidos, donde ha habido un fuerte impacto ambiental con la
contaminación del agua, en la salud de las personas, los animales y también con
la lubricación de fallas sísmicas. Y ni que hablar de la emisión de gas metano.
El panorama es contundente en términos negativos.
— Apache afirma que en esta zona (Estación Fernández
Oro-EFO) la fractura hidráulica que se realiza es la misma que comenzó a
realizarse en 1947.
— Los hidrocarburos no convencionales son conocidos hace
tiempo. La fractura hidráulica existía, pero se aplicaba de manera muy puntual.
La implementación masiva es la que es altamente riesgosa. Cada pozo de fracking
requiere entre 9 y 10 fracturas hidráulicas, cada plataforma tiene entre 6 y 8
pozos. Nadie está diciendo que esto no existía antes, pero ahora tiene un
alcance masivo.
— También las petroleras aseguran que no se contaminarían
los acuíferos porque las perforaciones están a niveles mucho más profundos.
— Yo he consultado a ingenieros en petróleo independientes,
que no trabajan para petroleras, y dicen que eso es una falacia. Efectivamente,
aunque los pozos sean más profundos como en este caso, puede haber migración
del flujo de retorno y, por ende, contaminación con los químicos que se inyectan
para fracturar las rocas. En el caso de Argentina, en un par de años, podemos
sufrir la contaminación cuando Chevron ya no esté más en el país y no le
podamos reclamar. Hay que pensar en escenarios de alta incertidumbre, porque se
desconoce lo que puede suceder a 3.500 metros de profundidad. La fractura
hidráulica estimula fallas sísmicas y puede haber una migración de ese retorno
hacia otras formaciones. Trabajar sin certezas en este tema constituye casi un
suicidio.
— ¿Qué escenario imagina para Allen y la región si el
fracking continúa aplicándose?
— Creo que, como la megaminería, esto es una figura extrema
del extractivismo. Tiene un impacto contaminante muy fuerte y avanza de manera
vertical sobre las poblaciones, sin consulta alguna. En ese sentido, es un
modelo de ocupación territorial y la tendencia va hacia el desplazamiento de
otras actividades. El escenario que vi en Allen, cerca de la costa del río, es
el de una zona que va a ser ocupada por la industria hidrocarburífera y que el
impacto que va a tener sobre la contaminación del agua y la salud de las
personas va a ser a corto y mediano plazo. De hecho, ya ha habido algunas
denuncias, poco conocidas, pero que espero que se conozcan en los próximos
meses. Avizoro un escenario muy pesimista, al menos en ese sector de Allen. Hay
chacareros de 6 u 8
hectáreas que son el eslabón más débil, que están en
vías de extinción y son aquellos a los cuales se acerca Apache para avanzar con
la explotación de gas no convencional. Los chacareros deberían reunirse y
desarrollar lazos de solidaridad para poder enfrentar esta situación. Y lo que
me preocupa es que entre los chacareros hay bastante indiferencia.
— ¿Cómo se sale del atolladero que plantea?
— Hay
que informar a la población con una tarea muy masiva, involucrando a los
fruticultores, defendiendo la matriz productiva. En la medida en que los
propios fruticultores y la población de Allen y de otras ciudades tomen
conciencia de que estamos ante un modelo de ocupación territorial que es
incompatible con esta economía regional, la resistencia se hará más visible.
Pero espero que no sea demasiado tarde. Después de la recorrida que hice por la
zona de la costa en Allen noté que ese lugar se trasformó en una zona de
sacrificio. Mi padre me mostró una foto de la chacra de mi abuelo, tomada en
1935, cuando los frutales recién comenzaban a crecer. Ahora pasás por esa
chacra y ves todo desmontado. Es la vuelta al páramo. Lo único que ves es la
casa, el tinglado y la torre de gas. Lo que seguramente va a quedar es el
terreno pelado, altamente contaminado.
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